domingo, 19 de enero de 2014

El lobo y la cigueña







El lobo es tan voraz que a veces traga casi enteras las pequeñas presas. Una vez se le quedo un hueso atravesado en el gaznate. Tosió, se introdujo una pata hasta el fondo de la boca, volvió a toser pero todos sus esfuerzos fueron inútiles. El hueso seguía atravesado en el garguero y la bestia corría peligro de morir asfixiada.
en eso acertó a pasar por allí una cigueña. Iba a alejarse de aquel asesino, pero éste la llamó con acento doliente.
-¡ Acércate, amiga mía; llegas a punto! Tengo un huesecillo atravesado en la garganta, Si me lo sacas serás recompenada.
La cigueña se acercó, solícita, metió el largo pico en las fauces de la bestia y extrajo el hueso.
-¡Ah, finalmente puedo respirar! -exclamó el lobo dando un suspiro.
-¿Y cuál es la recompensa para esta amiga que te liberó del hueso?
-Recompensa, dices? ¿Y no te parece suficiente recompensa haber sacado sana y salva tu estúpida cabeza de la boca del lobo? ¿No te parece que eres tú quien debes estarme agradecida?...
El lobo iba a seguir, pero interrumpió el discurso porque la cigueña ya había ido a posarse en el techo de la choza del guardabosque. Y allí, en lo alto, se puso a meditar sobre la negra ingratitud de algunas bestias indignas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario